
¿De qué estamos hablando? Pues bien, retrocedamos unas cuantas décadas…
En una época (’60 y principios de los ‘70) en la que la economía española comienza definitivamente a despegar debido principalmente a una política económica aperturista y menos intervencionista por parte del régimen, la incipiente clase media española ya sabe lo que es comprarse su propio coche (su SEAT 600), pero aún no tiene capacidad suficiente para optar masivamente a marcas extranjeras, aún fuera de su alcance. Gracias a ello, la industria automovílistica autóctona vivía su particular época dorada. SIMCA, Barreiros y, sobre todo, SEAT (que durante estos años, hasta 1.980, iba de la mano de FIAT) campaban a sus anchas en el mercado nacional. Y, aunque pueda sorprender, era tal la actividad de SEAT por entonces que no sólo fabricaba vehículos polivalentes a un precio competitivo sino que sacaba al mercado versiones verdaderamente deportivas que, si bien hace 30 ó 40 años, podían llevar el apellido CUPRA holgadamente.
Fue en aquellos maravillosos años, exactamente en 1.969, cuando el SEAT 1430 salió al mercado con el éxito prácticamente asegurado y con un precio de 155.000 pesetas antes de impuestos. SEAT planteó este modelo desde un principio como una berlina de carácter deportivo y cierto aire exclusivo, por encima de otro modelo de la marca que ya gozaba de mucha popularidad por entonces: el SEAT 124. En poco tiempo el nuevo modelo se convirtió en todo un icono nacional, llegando a ser “coche del año” en 1.970.
Resto 1ºª parte